El origen de la intuición
Desde pequeños la sentimos. Esa corazonada que no sabemos explicar, pero que insiste con firmeza. La intuición nace del alma, de ese espacio puro donde habita nuestra sabiduría ancestral. No necesita razones, porque conoce caminos que la mente aún no ha recorrido.
Diferenciando la intuición del pensamiento racional
A veces confundimos intuición con miedo, o con deseo. Pero la intuición es clara, serena y firme. No se basa en suposiciones, ni en argumentos. Aparece sin previo aviso, pero siempre en el momento exacto. Es un susurro suave que guía con firmeza, no un grito desesperado.
Momentos en que la intuición cambió destinos
Muchos relatos de cambio comienzan con una frase como: “No sé por qué, pero decidí hacerlo”. Esa decisión guiada por la intuición puede marcar un antes y un después. Cuando escuchamos a nuestra alma, incluso lo imposible se vuelve posible. El alma sabe lo que la mente duda.
Cultivando la escucha interna
Para escuchar, primero hay que silenciar. El ruido del mundo muchas veces apaga esa voz interior. Dedicar unos minutos al día a estar con uno mismo, sin distracciones, es la mejor manera de afinar esa conexión. No es una técnica, es un estado de presencia, de estar aquí y ahora.